lunes, 28 de junio de 2010
La Realidad Virtual como Objeto de Estudio
Tradicionalmente, dos de los conceptos clave para acercarnos a lo que llamamos realidad han sido el espacio y el tiempo, la percepción sobre estos ha sufrido modificaciones cognitivas a partir de la emergencia de las llamadas nuevas tecnologías. No se trata de que hayan desaparecido, sino de que se han reconfigurado por los usos y las apropiaciones de dichas tecnologías. En un mundo cada vez más mediatizado, informatizado y simbólico (más virtual), el uso de este término ha hecho resurgir con fuerza la reflexión sobre lo real (y no es que haya dejado de ser una de las preguntas filosóficas clave sino que ha tomado nueva fuerza a la luz de los fenómenos que tienen a las NTIC como uno de sus ejes y que se han dado en designar como virtuales). De Platón a los solipsistas hasta las corrientes más avanzadas del constructivismo radical, pasando por autores que establecen específicamente la relación entre tecnología y virtualidad como Lévy (1999), la pregunta sobre la realidad ha estado siempre presente como una de las preocupaciones en distintos campos (la ciencia, el arte, la filosofía). Por otro lado, esta pregunta va ligada con la cuestión de la representación de la realidad, es decir, si podemos conocerla, ¿cómo podemos representarla? En ese sentido se vuelve interesante la emergencia de las NTIC, especialmente del internet y la realidad virtual (RV) , que curiosamente es un concepto paradójico ya que realidad significa "de hecho" y virtual significa "no de hecho" (en potencia), por lo que RV significaría, "No de hecho, de hecho". Los medios tradicionales, especialmente la televisión, como lo señala Poster (2001: 24):
construyen y presentan un mundo de símbolos e imágenes que existen sólo en la pantalla. Ellos transmiten un simulacro que no tiene una clara relación con una realidad a priori. La televisión produce y expande la lógica semiótica de la publicidad: Desintegra el significado del significante y el signo del referente, abriendo un espacio nuevo para la producción cultural.
Las NTIC, especialmente el internet y dentro de éste la CMC, potencian aun más esta cuestión, en la que el mapa se convierte en el territorio (recordando a Lewis Caroll). Es decir la representación de la realidad genera la realidad en sí misma, aunque ésta sea llamada virtual. En el ci–berespacio, llamado por Morse (1998) "The Nonplace" (el lugar inexistente), las cosas existen porque son nombradas, porque son construidas como signos, y codificadas y decodificadas por personas reales que las integran a su vida de diversas maneras, algunas de ellas con mucha complejidad y profundidad. Siguiendo las definiciones, tendríamos que hablar de una Realidad Mediada por Computadora, ya que la comunicación es mediada entre dos o más personas, pero el impacto es real, por lo que más que de una realidad virtual, estaríamos hablando de una Realidad Mediada (por computadora o por la tecnología en general).2 En esta idea profundizaremos más adelante. Como comentario curioso, hemos de decir que lo anterior contrasta con la tendencia observada en los medios tradicionales de presentar un acercamiento a lo "real" encarnado en los reality shows, que tanto éxito han tenido últimamente.
Regresando a los estudios sobre internet, y en específico a la Comunicación Mediada por Computadora (CMC) para utilizarla como ejemplo, hasta ahora ha habido una distinción teórica entre lo "virtual" y lo "real". Sin embargo las últimas tendencias en estos estudios parecen operar en una lógica que borra dicha distinción en aras de estudiar la complejidad que se presenta en este tipo de comunicación. En este sentido Gómez (2002) ya había adelantado una reflexión proponiendo el término hiperespacio como marco organizador de la relación entre lo virtual y lo real. Más adelante presentaremos este panorama con mayor profundidad, pero el punto central aquí es la propuesta de tomar la dualidad realidad/ virtualidad como uno de los ejes de estudio de la CMC y del impacto tecnológico en general, lo cual no quiere decir que vaya a ser el único sino uno más que se sume a las variables que han venido utilizándose (comunicación, identidad, relaciones sociales, etcétera), pero sobre todo que se tenga como marco epistémico de los estudios que relacionen el uso y la apropiación de las tecnologías por parte de las personas. De aquí en adelante, entonces, utilizaremos como centro de la reflexión la CMC, por ser el objeto de estudio con el que hemos venido trabajando ya desde hace varios años, tratando de que sirva como ejemplo para después extrapolarlo a otro tipo de estudios sobre tecnología.
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